domingo, 22 de abril de 2018

Lección 4 | Domingo 22 de abril 2018 | El amor del Padre | Escuela Sabática

Las preocupaciones.



 Las preocupaciones.

«No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas». Mateo 6: 34, DHH

Las preocupaciones bloquean la mente y no nos permiten ver el camino de salida. Sin embargo, en Cristo encontramos libertad ante el miedo y la ansiedad; sin él los problemas de la vida nos enfermarían. El consejo del apóstol Pablo es: «Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias» (Filipenses 4: 6). Jesús no prometió una vida fácil, pero sí prometió su presencia junto a aquellos que lo aman. Se ha dicho que las preocupaciones y la fe son incompatibles. Si la fe es firme y fuerte, no debemos preocuparnos, pero si la fe es débil, la angustia no nos ayudará en nada. 

Un autor anónimo agregó: «La fe y el temor no pueden morar juntos: cuando uno entra, el otro sale. Cuando comienza la ansiedad, es el fin de la fe, pero cuando la verdadera fe comienza, termina la ansiedad». Las preocupaciones son como una mecedora: nos mantienen ocupados meciéndonos todo el tiempo, pero no nos llevan a ninguna parte. Recordemos que en el verdadero amor no hay temor (1 Juan 4: 18). 

A un hombre de avanzada edad le preguntaron qué le había impedido disfrutar al máximo de su vida, y él contestó: «Cosas que nunca llegaron a suceder». La gran mayoría de las personas siempre están preocupadas por cosas que creen que van a sucederles en el futuro, pero casi todas esas cosas quizás no lleguen a ocurrir nunca. Siendo así, ¿por qué no dejamos el futuro en las manos del Señor? 

La actitud es lo más importante para salir adelante. En cierta ocasión, le enviaron una carta a John Quincy Adams, sexto presidente de los Estados Unidos, preguntándole por su estado, dado que ya era anciano y estaba jubilado. Su respuesta fue que la casa donde vivía estaba casi en ruinas y el techo estaba a punto de caerse, pero agregó: «Creo que John Quincy Adams tendrá que cambiarse pronto de casa, pero a pesar de todo, está bien, muy bien». Sin duda, la actitud y la fe en Dios son claves para triunfar en Cristo Jesús. 

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2018 FUENTES DE VIDA David Javier Pérez Lecturas devocionales para Adultos 2018

jueves, 12 de abril de 2018

Jueves 12 de abril 2018 | Devoción Matutina para Adolescentes | Nadie na...



Señor, muéstrame tu camino» (Salmo 27: 11).

Cada día de escuela secundaria está repleto de nueva información y de oportunidades para aprender algo, ya sean hechos históricos o cómo resolver un problema de matemáticas. Por eso algunos padres a menudo preguntan: «¿Qué aprendiste hoy en la escuela?». Saben que tienes que haber aprendido algo en alguna de todas esas clases. Pero el aula de la escuela no es el único sitio donde se aprende en la vida.

La vida en sí misma es una escuela. Cada día, Dios nos presenta ocasiones para adquirir conocimientos aunque no estemos en la escuela. Tendrás la oportunidad de aprender esos domingos aburridos que te pasas durmiendo. O cuando estás cortando el pasto. También cuando alguien va contando por ahí algo de ti que es mentira. Y cuando estés trabajando en una oficina a los treinta y cinco años, también seguirás aprendiendo. E incluso cuando estés jubilado y tomando el sol.

Cada vez que te encuentras cara a cara con una situación difícil, tienes la oportunidad de aprender. Y cada vez que aprendes, te vuelves más fuerte, más sabio y más seguro de ti mismo. Jesús dijo: «Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso» (Mateo 11: 29).

Dios nos diseñó con la capacidad de aprender. Jesús promete que estaremos en paz cuando aprendamos lo que él está tratando de enseñarnos. La vida será mejor si estamos dispuestos a aprender. Al enfrentarte a situaciones difíciles, pregúntate: «¿Qué puedo aprender de esto?».

Si alguien dice algo malo de ti, tienes la oportunidad de descubrir cómo ser amable, cómo mantener la calma. O si tus padres te están poniendo nervioso, puedes adquirir paciencia y aprender a ser cariñoso con ellos, aunque no tengas ganas. En caso de haber estropeado la relación con un amigo o haberlo traicionado, puedes aprender a disculparte y a restaurar una amistad. Perder un partido te da la oportunidad de mejorar como deportista. 

La próxima vez que tus padres te pregunten qué has aprendido en la escuela, cuéntales lo que has aprendido y luego pregúntales: «¿Y qué aprendieron ustedes hoy?». Porque nadie debería dejar de aprender. La vida es una escuela. Aprende todo lo que puedas. Ponlo en práctica: Cuando te enfrentes a una situación difícil, pregúntate: «¿Qué puedo aprender de esto?». Ponlo en oración: Pídele a Dios que te ayude a tener un espíritu dispuesto a aprender.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADOLESCENTES 2018 ¿Y entonces…? Heather Quintana Lecturas Devocionales para Adolescentes 2018

domingo, 8 de abril de 2018

Sacude el polvo de tus píes



«Y si no los reciben ni los quieren oír. salgan de la casa o del pueblo y sacúdanse el polvo de los pies» (Mateo 10: 14).

 El miedo al rechazo puede atarte y mantenerte atrapado mediante la destrucción de tu confianza. Te impide ser tú mismo cuando conoces a gente nueva, y te hace permanecer en silencio o distante. Si el miedo al rechazo te está controlando, no serás capaz de vivir la emocionante vida que Dios ha planeado para ti. Él te llama a ser audaz, por lo que no hay tiempo para preocuparse por el rechazo. 

Cuando Jesús estaba en la tierra, reunió a un grupo de doce hombres para que fueran sus discípulos y ayudantes. Él les «dio autoridad para expulsar a los espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias» (Mateo 10: I).

Luego los mandó a predicar el evangelio, expulsar demonios, resucitar a los muertos y sanar a los enfermos. Al enviarlos a las ciudades y pueblos cercanos, les dio este consejo muy importante: «Y si no los reciben ni los quieren oír, salgan de la casa o del pueblo y sacúdanse el polvo de los pies» (Mateo 10: 14).

En otras palabras: «Si alguien te rechaza, simplemente sigue adelante, no dejes que eso te deprima, levanta la cabeza y continúa». Jesús quería que sus discípulos tuvieran valentía, no temor al rechazo. Si hubiesen estado siempre preocupados por lo que la gente pensara de ellos, nunca habrían sido capaces de alcanzar las grandes cosas que Dios tenía reservadas para ellos.

(Jn amigo mío siempre dice: «Lo único que todas las personas realmente geniales tienen en común es que no les preocupa si la gente piensa que son geniales o no». Simplemente viven su vida confiados, sin temor al rechazo o a la crítica. Eso es lo que Jesús estaba diciendo a sus seguidores: sigan a Dios sin preocuparse por lo que la gente pueda decir o pensar. La única opinión que realmente importa es la de Dios.

Cuando lo sigues con coraje, puedes caminar con la cabeza alta. Si la gente te rechaza a ti o lo que tú dices cuando estás sirviendo como discípulo de Cristo, simplemente apártate, sigue adelante y mira lo que Dios te tiene reservado. Ponlo en práctica: Pregúntate: ¿Qué haría si supiera que no voy a ser rechazado? ¡Entonces haz esas cosas! No permitas que el miedo al rechazo te aleje de la maravillosa vida que Dios tiene preparada para ti. Ponlo en oración: Ora para que Dios te dé la confianza necesaria para hacer las cosas que él quiere que hagas.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADOLESCENTES 2018 ¿Y entonces…? Heather Quintana Lecturas Devocionales para Adolescentes 2018

viernes, 6 de abril de 2018

CAMPOREE 2018









Abel Meza - "SE REPITIO LA HISTORIA"

Si quieres quieres puedes limpiarme.


«Un día, estando Jesús en un pueblo, llegó un hombre enfermo de lepra; al ver a Jesús, se inclinó hasta el suelo y le rogó: “Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad”». Lucas 5: 12, DHH

AQUEL LEPROSO había escuchado que Jesús estaba en su pueblo. Corrió hacia él y, antes de que se acercara otro enfermo, se inclinó y le pidió que lo limpiara. Con ese gesto, aquel hombre reconoció su estado pecaminoso y su indignidad, pues sabía que el futuro de su vida dependía de la voluntad de Jesús.

En la época de Jesús, la lepra era una enfermedad incurable y contagiosa que atemorizaba al pueblo, pues todos los que la padecían tenían que aislarse de la sociedad y abandonar a su familia. Lo peor de todo es que eran condenados a una vida de soledad y dolor hasta que las llagas se curasen, o hasta morir solos entre otros leprosos. El leproso de aquellos tiempos es el prototipo del enfermo más necesitado en la actualidad, o de una persona desdichada que no tiene quién le extienda la mano, y Jesús llegó y lo tocó para sanarlo. Ahora podía reincorporarse a la sociedad y recuperar su vida, encontrando de nuevo paz y felicidad. Solo Jesús podía hacerlo; él es la única esperanza para el pecador.

Jesús, lleno de misericordia y amor, miró al leproso y le dijo: «Quiero, sé limpio». En el quedó curado y, después de presentarse ante el sacerdote para que este certificara su sanación, pudo disfrutar nuevamente de la compañía de sus seres queridos.

Cuando nos acercamos con humildad a Jesús, creyendo firmemente en su poder y anhelando ser perdonados y limpios de todo pecado, él puede sanar y restaurar nuestra vida. «La obra de Cristo al purificar al leproso de su terrible enfermedad es una ilustración de su obra de limpiar el alma de pecado. […] Su presencia tiene poder para sanar al pecador. Quien quiera caer a sus pies, diciendo con fe: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”, oirá la respuesta: “Quiero: sé limpio”» (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 237).

Si Cristo estuvo dispuesto a morir por nosotros en la cruz, también hoy estará dispuesto a concedernos el perdón y a sanarnos. Vayamos hoy a él, caigamos a sus pies, y digámosle: «Señor, si quieres, puedes limpiarme».

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2018
FUENTES DE VIDA
David Javier Pérez
Lecturas devocionales para Adultos 2018

martes, 3 de abril de 2018

Solo confía


«Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de damos también, junto con su Hijo, todas las cosas?». Romanos 8: 32

«¡NO!, NO PUEDE SER. ¡Vuelva a repetir la ecografía por favor!». Esas fueron las palabras que pronuncie en aquel consultorio, una vez que la doctora nos comunicara las peores noticias que jamás había escuchado: «¡Lo siento, el bebé está muerto!». Ese martes 9 de diciembre de 2014 mi esposa y yo nos habíamos levantado muy temprano con la ilusión de ser padres, pues nacería nuestro primogénito.

Entre lágrimas miré a mi esposa y le dije: «El Dios que servimos resucitó un muerto de cuatro días, así que él puede devolver el ritmo cardiaco a nuestro bebé. Pero si esa no es su voluntad, prometamos que seguiremos siendo fieles». Oré como nunca, y luego pedí a la doctora que repitiera la ecografía. Pero aun después de orar, no ocurrió nada, o eso fue lo que creí en ese momento, hasta que aprendí dos extraordinarias lecciones de aquella tragedia:

El amor de Dios es infinito por nosotros: Si yo hubiera podido evitar la muerte de mi hijo, lo hubiese hecho sin dudar un solo segundo. Ahora mi corazón rebosa de gratitud al pensar cuánto nos ama Dios, pues él, con todo el poder del universo, entregó a su Hijo en la cruz para salvamos.

Dios convierte nuestro dolor en felicidad y paz. Aunque nunca tuve el privilegio de ver a mi hijo, hoy mi confianza está depositada en la justicia y el amor de Dios. Tenemos la promesa de que cuando Cristo regrese él «secará todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor; porque todo lo que antes existía ha dejado de existir» (Apocalipsis 21:4).

Hoy quiero animarte a confiar en Dios sin importar las circunstancias que estés atravesando, pues la confianza en Dios siempre resulta en ganancia.

Con Dios nunca se pierde, por eso ¡seguiremos siendo fieles!

Alejandro Barrios, Venezuela

DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018