«Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro». Hebreos 4: 16
ESTE VERSÍCULO ENCIERRA UN GRAN TESORO. La verdadera oración nos eleva al trono de Dios a través del Espíritu Santo. Orar no se trata de expresar palabras, sino de colocar nuestros deseos delante de Dios; no es un simple ejercicio mental, sino algo mucho más profundo, un diálogo franco entre el Creador del cielo y de la tierra y nosotros.
La oración es el privilegio que tenemos de acceder a la misma presencia de Dios. Por lo tanto, debemos comportarnos como los cortesanos ante la presencia de su monarca. Si nos acercamos a un rey, es claro que nuestra actitud deberá ser en primer lugar, de humilde reverencia. Se espera que, cuando el súbdito se aproxime al rey, le rinda pleitesía y honor. Todo acercamiento al trono debe evitar el orgullo que no dé honor al rey. El orgullo debe ser refrenado desde la distancia, pues únicamente la reverencia humilde puede situarnos delante del rey que está investido de poder.
En nuestro caso, el Rey ante el que nos presentamos es el más excelso de todos los monarcas, es el Rey de reyes y Señor de señores. Cuando nos acerquemos al Omnipotente, que es fuego consumidor, asegurémonos de quitar el calzado de nuestros pies y de adorarle con humildad sincera. ¿No deberíamos acaso sentirnos alegres ante su presencia? Pudimos haber sido expulsados de su presencia para siempre debido al pecado que irrumpió en la humanidad, pero a pesar de ello se nos permite acercarnos a su misma presencia en la cámara secreta de nuestra habitación; y todo gracias al sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. Este acto de amor ofreció la posibilidad de reconciliarnos con él.
¿No deberíamos estar agradecidos? ¿No deberíamos sentirnos honrados al ser receptores de grandes favores por medio de la oración? ¿Por qué hemos de estar tristes si podemos acceder al trono de la gracia?
Acerquémonos hoy delante de su presencia, y recibamos la misericordia y las grandes bendiciones que el Rey desea darnos.
FUENTES DE VIDA
David Javier Pérez
Lecturas devocionales para Adultos 2018
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