Hemos de mostrar que la gracia de Cristo mora en nuestros corazones. Su influencia se manifestará, no importa con quienes estemos, por medio de palabras de la más profunda relevancia,
La vida de Cristo fue una vida cargada del mensaje divino del amor de Dios, y él anhelaba intensamente impartir este amor a otros en forma abundante.
La compasión irradiaba de su rostro, y su conducta se caracterizaba por la gracia y la humildad, el amor y la verdad. Cada miembro de su iglesia militante debe manifestar las mismas cualidades si quiere unirse a la iglesia triunfante.
El amor de Cristo es tan amplio, tan pleno de gloria, que en comparación con él todo lo que el hombre estima tan grande se desvanece en la insignificancia.
Cuando intentamos alguna descripción de ese amor, nos sentimos como infantes que balbucean sus primeras palabras.
En silencio podemos adorar; porque el silencio en este asunto es la única elocuencia.
Todos los que miran hacia Jesús con fe de que las heridas y laceraciones hechas por el pecado serán sanadas en él, serán sanados.
Tomado de:
Notas de Elena | Jueves 14 de diciembre 2017 | La salvación de los pecadores | Escuela Sabática
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