viernes, 17 de mayo de 2019

MADRES, LOS AGENTES DEL AMOR

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Los agentes del amor tienen poder maravilloso, porque son divinos. La respuesta suave que “aparta el enojo”, el amor que “es sufrido y benigno”, el amor que “cubre una multitud de pecados;” si aprendiéramos esta lección ¡de qué poder sanador serían dotadas nuestras vidas! La vida sería transformada y la tierra llegaría a ser la misma semejanza y el goce anticipado del cielo.

Estas preciosas lecciones, enseñadas de un modo sencillo, pueden ser comprendidas hasta por los niñitos. El corazón del niño es tierno y fácilmente impresionable, y cuando nosotros, que somos mayores, lleguemos a ser “como niños”, cuando aprendamos la sencillez, la dulzura y el tierno amor del Salvador, no hallaremos difícil tocar el corazón de los pequeños y enseñarles el ministerio sanador del amor (El hogar cristiano, p. 174).

El amor proviene de Dios. Es una planta de crecimiento celestial y no puede vivir y florecer en el corazón natural. Donde existe el amor hay verdad, vida y poder. Pero no puede vivir sin acciones; siempre que se ejercita aumenta y se expande. No se fija en los pequeños errores ni se apresura a reprochar las pequeñas equivocaciones. Tomará el control cuando la discusión y las palabras se muestren vanas e inútiles. El mejor método para reformar el carácter y regular la conducta de su familia es el principio del amor. Le dará fuerza y obrará lo que ni el dinero ni las potencias son capaces de obrar (TI, t. 4,_ _p. 252).

Cuando Jesús se arrodilló a orillas del Jordán después de su bautismo y ofreció una oración por la humanidad, se abrieron los cielos y el Espíritu de Dios, como una paloma de oro bruñido, rodeó la forma del Salvador y una voz del cielo dijo: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento”.

¿Qué significa esto para ti? Dice que el cielo se abrió ante tu oración. Dice que eres aceptada en el Amado. Las puertas se abren para cada madre que deposita su carga a los pies del Salvador. Nos dice que Cristo ha rodeado a la raza humana con su brazo humano y con su brazo divino se ha aferrado del trono del Infinito y ha unido al hombre con Dios y a la tierra con el cielo.

Las oraciones de las madres cristianas no son 
desatendidas por el Padre de todos, que envió 
a su Hijo a la tierra para rescatar un pueblo 
para sí. No desdeñará vuestras peticiones ni 
os dejará a vosotros y a los vuestros para que 
Satanás os abofetee en el gran día del conflicto final. Habéis de trabajar con sencillez 
y fidelidad y Dios afirmará la obra de vuestras. 
manos.(CN, pp. 497, 498).

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