viernes, 14 de junio de 2013

Con cánticos y oraciones, se recuerda en la sede central el 150° aniversario de la iglesia

mayo 22, 2013 Silver Spring, Maryland, United States
Ansel Oliver/ANN
Los empleados de la sede central de la Iglesia Adventista del Séptimo Día entonaron antiguos himnos “progresistas” y escucharon declaraciones de los principales líderes de la iglesia en una breve ceremonia durante la tarde de ayer que marcó el 150° aniversario de la denominación.
Fue el 21 de mayo de 1863 que un grupo de veinte delegados estableció oficialmente la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en Battle Creek (Míchigan).
En el día de ayer, Jim Nix, director del Patrimonio White, dirigió los himnos “Long Upon de Mountains” y “O Brother, Be Faithful” del himnario original de 1861, el que usaron los fundadores de la iglesia en ese encuentro.
Nix dijo que los cánticos de animado ritmo fueron seleccionados sobre la base de una conversación que una vez tuvo con la nieta de White, quien le informó que a Elena White le gustaban los “himnos progresistas […], es decir, los himnos animados. A la abuela no le gustaban los himnos lentos”.
Otros presentadores fueron Marvin Robinson, un tataranieto de Elena White, y Ted N. C. Wilson, presidente de la Iglesia Adventista.
“Este aniversario es un llamado para usted y para mí, para que avancemos en ese viaje […] revividos y reformados en él, capacitados por el Espíritu Santo para vivir los sueños y las esperanzas del mismo Dios según nos guíe el Espíritu Santo”, dijo Wilson. “Hoy día Dios nos está llamando para que jamás lo olvidemos ni sintamos temor”.
La ceremonia en el auditorio de la sede central, a la que asistieron unos cuatrocientos empleados, fue seguida de la inauguración de una muestra temporaria sobre historia adventista en el atrio adyacente.
Durante la ceremonia, la oración fue ofrecida por el Capellán del Senado de los Estados Unidos Barry Black, que es adventista. Su oración aparece aquí abajo en forma completa:
Autor y consumador de nuestra fe: Tú has sido nuestra Esperanza en el pasado, y eres nuestra Esperanza para el futuro.
Gracias por esta oportunidad de conmemorar el 150° aniversario de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y por el privilegio de inaugurar hoy aquí en la sede central una nueva exhibición sobre la historia adventista.
Señor, durante un siglo y medio, tú has usado esta iglesia para dar libertad a los cautivos, vista a los cielos, y libertad a los que sufren.
Perdónanos por esos capítulos de la historia en los que estuvimos desaparecidos en acción, no disponibles a la hora de ayudar a los perdidos, los solitarios y nuestros hermanos más pequeños. Señor, perdónanos por habernos quedado callados cuando deberíamos haber hablado, y por hablar cuando deberíamos habernos quedado callados. Perdónanos, oh Dios, por nuestros pecados de comisión y omisión. Reclamamos tu promesa de 1 Juan 1:9, de que si confesamos nuestros pecados, tú eres fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Gracias, Señor, por tu poder perdonador.
Síguenos desafiando por favor como iglesia cuando nos sentimos demasiado cómodos con nosotros mismos, cuando nuestros sueños se hacen realidad porque son demasiado pequeños, cuando llegamos seguros simplemente porque navegamos demasiado cerca de la playa.
Hoy nos comprometemos nuevamente para cumplir tu gran comisión. Hoy nos comprometemos nuevamente con el Calvario y con la sangre que nos ha liberado. Hoy nos comprometemos nuevamente, oh Dios, para llevar tu amor a todos los que necesitan valor, a todos los que carecen de alimento y abrigo, a todos los que sufren y carecen de alegría, a todos los enfermos y aislados, a todos los que están encarcelados, a todos los que anhelan un hogar y amistad.
Hoy nos comprometemos nuevamente para ser más osados, para aventurarnos en mares más anchos, donde las tormentas muestran tu maestría, donde perder la vista de la costa nos ayudará a hallar tus estrellas.
Oh Dios del pasado, corre el horizonte de nuestras esperanzas y guíanos hacia un futuro impulsado por la fe, la concentración y la fortaleza.
Y apresura el día cuando el Señor mismo descenderá del cielo con un clamor, con la voz del arcángel y la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán, y entonces, muchos de nosotros los que aún vivamos seremos arrebatados en el aire para encontrarnos con nuestro bendito Salvador en el aire, y para vivir con él por los ciclos sin fin de la eternidad.
Maranata, sí, ven Señor Jesús. Elevamos esta plegaria, en el majestuoso nombre de nuestro Salvador y Rey que pronto regresará.
Amén.

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